Un señor muy respetable dijo hace unos veinticinco siglos que “La historia es un incesante volver a empezar”. Y digo yo, que si a Tucídides se le considera el fundador del “rigor histórico”, un poquito de consideración se le puede tener a la máxima.
“Volver a empezar” tendría que ser un concepto bastante considerado. Al fin y al cabo supuso el primer Oscar de Hollywood a una película española, sin embargo parece que esto de dar al botón del reset y dejar que todo arranque de nuevo, lo que es básico en el sistema se coloque en su sitio, las divergencias se ignoren y, en su mayor, parte tengas un escritorio limpio para volver a escribir apuntes, es algo que, si preguntamos por ahí, da miedito hasta al más pintado.
Y todo esto viene al siguiente paso que uno da después de encontrarse con una situación, en principio azarosa, aunque todos sabemos que el azar no existe, a no ser que lleve “h” intercalada y huela divinamente… pero estoy divagando... Si este blog tiene una cierta vida (larga o corta, pero que en cualquier caso supere las cinco entradas), sus lectores observarán que el autor tiende a no escribir preso de la euforia del acontecimiento vivido, sino a dejar pasar un tiempo para que los pensamientos, tras un aparente reposo, se emulsionen y dejen algo que al menos dé la sensación de “asentado”. Eso no quita que divague continuamente,… pero, de nuevo, estoy divagando…
Un párrafo más tarde nos reencontramos con el quid de la cuestión… ¿por qué no deberíamos tener esa aversión al “from the top”? Pues porque cada día, sin necesidad de cambios drásticos, nos encontramos viviendo ciclos, situaciones que se repiten, personas que reaparecen, actitudes que se retoman, y por supuesto remakes de series y películas, que no tienen que ser mejores o peores que el original (sí… soy fan del nuevo universo Star Trek, pero eso se merece un post aparte que me guardo para la salida en DVD de la susodicha…). La anécdota es bastante poco jugosa… gracias a un clic del ratón y a que “alguien” decidió reactivar su cuenta en un portal informático, me reencontré con un amigo del cual hacía un par de años que no sabía nada. Unos días antes, mi media naranja había vuelto a contactar con otra persona que mucho antes había desactivado su cuenta de Hotmail. Poniéndonos al día, resulta que el primer amigo acababa de salir de una relación con una tercera persona, que también era conocido nuestro, sin guardar ningún vínculo previo en común entre ellos. Esta persona resulta que se ha convertido en inseparable del segundo reencontrado. Oh. “Vivimos en un microcosmos”, exclamé. Un tópico más.
Pero unos días más tarde coincidimos todos en uno de eso saraos que no frecuentamos y alguien reflexiona sobre lo curioso que es que hayamos “coincidido”… Y ahí salta el resorte. No es casualidad, ni tampoco un plan del destino, es que nos hemos metido todos en uno de esos bucles. Igual que hay 12 signos del zodiaco y que Marta Sánchez siempre va a tratar de remedar cualquier cosa que haga Madonna, pero si somos un poco listos podemos darnos cuenta de cuando pasa por nuestra vida un cue y vivirlo como tal, sin tener la sensación de un dejà vú. Es como si cada vez que escuchamos el I’ve Got You Babe, no solo pensamos “qué es lo que tengo que hacer bien hoy”; también podemos elucubrar qué parte del cuerpo de Cher sigue intacta. Seguro que aún hay más de una…
“Volver a empezar” tendría que ser un concepto bastante considerado. Al fin y al cabo supuso el primer Oscar de Hollywood a una película española, sin embargo parece que esto de dar al botón del reset y dejar que todo arranque de nuevo, lo que es básico en el sistema se coloque en su sitio, las divergencias se ignoren y, en su mayor, parte tengas un escritorio limpio para volver a escribir apuntes, es algo que, si preguntamos por ahí, da miedito hasta al más pintado.
Y todo esto viene al siguiente paso que uno da después de encontrarse con una situación, en principio azarosa, aunque todos sabemos que el azar no existe, a no ser que lleve “h” intercalada y huela divinamente… pero estoy divagando... Si este blog tiene una cierta vida (larga o corta, pero que en cualquier caso supere las cinco entradas), sus lectores observarán que el autor tiende a no escribir preso de la euforia del acontecimiento vivido, sino a dejar pasar un tiempo para que los pensamientos, tras un aparente reposo, se emulsionen y dejen algo que al menos dé la sensación de “asentado”. Eso no quita que divague continuamente,… pero, de nuevo, estoy divagando…
Un párrafo más tarde nos reencontramos con el quid de la cuestión… ¿por qué no deberíamos tener esa aversión al “from the top”? Pues porque cada día, sin necesidad de cambios drásticos, nos encontramos viviendo ciclos, situaciones que se repiten, personas que reaparecen, actitudes que se retoman, y por supuesto remakes de series y películas, que no tienen que ser mejores o peores que el original (sí… soy fan del nuevo universo Star Trek, pero eso se merece un post aparte que me guardo para la salida en DVD de la susodicha…). La anécdota es bastante poco jugosa… gracias a un clic del ratón y a que “alguien” decidió reactivar su cuenta en un portal informático, me reencontré con un amigo del cual hacía un par de años que no sabía nada. Unos días antes, mi media naranja había vuelto a contactar con otra persona que mucho antes había desactivado su cuenta de Hotmail. Poniéndonos al día, resulta que el primer amigo acababa de salir de una relación con una tercera persona, que también era conocido nuestro, sin guardar ningún vínculo previo en común entre ellos. Esta persona resulta que se ha convertido en inseparable del segundo reencontrado. Oh. “Vivimos en un microcosmos”, exclamé. Un tópico más.
Pero unos días más tarde coincidimos todos en uno de eso saraos que no frecuentamos y alguien reflexiona sobre lo curioso que es que hayamos “coincidido”… Y ahí salta el resorte. No es casualidad, ni tampoco un plan del destino, es que nos hemos metido todos en uno de esos bucles. Igual que hay 12 signos del zodiaco y que Marta Sánchez siempre va a tratar de remedar cualquier cosa que haga Madonna, pero si somos un poco listos podemos darnos cuenta de cuando pasa por nuestra vida un cue y vivirlo como tal, sin tener la sensación de un dejà vú. Es como si cada vez que escuchamos el I’ve Got You Babe, no solo pensamos “qué es lo que tengo que hacer bien hoy”; también podemos elucubrar qué parte del cuerpo de Cher sigue intacta. Seguro que aún hay más de una…
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