martes, 1 de noviembre de 2011

Altior, Paucior


"Every moment requires a purpose, every purpose requires a plan. The higher, the fewer".


Está claro que ascender es bueno. Subir es lo mejor que te puede pasar en la vida. Alto. Cuanto más alto mejor, y cuan más alto, menos hay.

Poca gente recordará la cita: “Todo momento requiere un propósito, todo propósito requiere un plan. Cuanto más alto, menos hay”. La dijo un personaje que ni siquiera era real, dentro de un contexto surrealista (ningún personaje es real, pero si formas parte de una simulación holográfica, eres irreal dentro de una irrealidad… demasiado confuso para el primer párrafo y ya estoy divagando…). Me estoy yendo a Star Trek, La Nueva Generación, una de aquellas apariciones estelares de la desaparecida Majel Barrett como Lwaxana Troi, en un capítulo adecuadamente titulado “El coste de la vida”. Y si las desquiciantes y poco ortodoxas enseñanzas de la noble betazoide podían llevar a alguna conclusión clara, es que, al final la vida te dirige a las alturas.


Hace un par de días realizamos una pequeña ascensión –que no asunción, eso lo dejamos para más adelante- dentro de nuestra periferia. El punto más elevado del macizo del Garraf es el Puig de l’Àliga, y resulta que está a cinco minutos de casa. El camino hacia arriba es interesante, porque ninguna pendiente es fácil de afrontar, y el mero hecho de estar dispuesto a hacerlo ya es señal de altura moral… pero como en todas partes, el premio está “arriba”. Arriba es bueno. La posibilidad de abarcar mar, montaña, llanura, árboles y casas a un golpe de vista confirma este afán que tenemos por elevarnos.

En tiempos más medievales, los beatos de aquella época (es decir, el 95% de la población), decidieron que los templos dedicados al Altísimo (ajá, de nuevo la palabra) tendrían el techo lo más alejado posible del suelo, para que estuvieran más cerca del susodicho. Es la versión snippet del origen de las catedrales. Y al final todo era para que, desde aquí abajo, desde la mundanidad, tuviéramos la sensación de elevarnos, pero sin dejar de tocar la tierra, sin perder ni por un momento el vínculo, porque, como ya decíamos, cuánto más alto, menos hay.

Y curiosamente, hoy no esperaba hacer más referencias mediáticas, pero en el frenesí de series televisivas en el que nos hemos metido estas últimas semanas (es oficial, el inicio de la temporada 2011-2012, requiere su propio análisis), sobrevolaré levemente una de esa joyitas recién descubierta que es Mad Men. Ciertamente es sensato mencionar de momento sólo una faceta, pero es algo que me ha inspirado fulminantemente. Pocos son los que llegan arriba, y algunas veces los que lo hacen, no se lo esperaban. No es que no se lo merezcan, pero el problema es que arriba es tan grande como abajo, y, sin apenas nadie para compartir la experiencia, se puede acabar perdido y ahogándose por la falta de oxígeno.

Creo que después de todo no me he convencido… sigo queriendo subir. Sigo queriendo estar arriba, pero quiero ver las vistas a media que avanzo. Cada escalón hacía la cima arriba es mas interesante que aquel del que acabamos de levantar el pie. Quiero pisarlos todos y cuando estemos arriba, con todo aprendido, con la bombona de oxígeno de reserva, disfrutaremos de la vista.

UPDATE : Estaba yo repasando la entrada y decidiendo que había un par de erratas que rectificar, y al mismo tiempo he presenciado como els Castellers de Vilafranca cargaban un impresionante Tres de Deu (con folre, claro), elevándose por encima del Ayuntamiento. Me encanta cuando la vida decide que se pone en modo synchro... es innegable.